sábado, 31 de marzo de 2018

Ropa vieja

Posponer un viaje que podemos hacer hoy es como querer desocupar el placard y terminar guardando más de la mitad de las cosas porque “más adelante nos va a entrar, después”. Nos engañamos a nosotros mismos, porque bien sabemos que esa remerita talle S que usábamos cuando teníamos 18, no nos va a entrar ni a los 30 ni a los 40 años. Ya pasó su momento de gloria, ya pasó su momento de ser usada. Entonces, ¿por qué la seguimos guardando? ¿Por qué posponemos el tirarla de una vez por todas?

Lo mismo pasa cuando tenemos ganas de viajar. “Ahora no es momento, porque me quiero comprar un celular nuevo”. “Ahora no, porque quiero empezar un curso de X cosa”. “Ahora tampoco, porque es verano y hace calor”. “Noooo, ¿a esta altura del año? ¡Pero si no tengo plata!” Todas excusas. Todos “después lo hago” que se van posponiendo año tras año, como el tirar la ropa vieja del placard. Se nos va formando una pila de sueños y deseos sin cumplir. Nos olvidamos de la importancia de las cosas. Con el tiempo, esa remerita talle S ya no es tan especial como cuando apenas la compramos. Pasa lo mismo con esos viajes que vamos posponiendo. La motivación, las ganas, las ansias… se van yendo, y se quedan a un costado juntando tierra.

Y no es una cuestión de plata, es una cuestión de actitud. A mi primer viaje fuera del país lo planifiqué durante meses. Buscaba ahorrar hasta en el más mínimo detalle, quería volver a casa y poder sobrevivir algunos meses hasta conseguir un nuevo trabajo. Pero llegué a mi destino y la plata fue lo que menos importó. Al fin había desocupado el placard, al fin había destapado los sueños escondidos. Y esa sensación de libertad, esa sensación de bienestar, no te la quita nadie nunca. Ni por todo el dinero del mundo. Y a medida que vas avanzando, vas abriendo la cabeza, te vas dando cuenta que la riqueza en esta vida no se trata de tener el placard lleno de ropa, sino de dejarlo vacío y vivir por fuera de sus puertas.


Frase encontrada en Barranco, Lima, Perú.

sábado, 24 de marzo de 2018

¿Por qué agarrar viaje?

Crecí alejada de la tecnología. Era una salvaje que trepaba árboles, jugaba con barro y vivía con las rodillas lastimadas. Hasta el día de hoy tengo algunas cicatrices marcadas de aquellos años. Y así, libre, era muy feliz. Y así, sin preocupaciones más que por respirar y comer, vivía. Los años pasaron y las pretensiones sociales me fueron llevando al camino que la mayoría dice que es el correcto. Estudié una carrera, me recibí y empecé a trabajar. Tenía un novio, así que los siguientes pasos eran obvios: trabajar para ahorrar plata, mudarme, convivir con mi pareja, pensar en casarme, en tener hijos, adoptar un perro, comprar el auto, etc., etc. Todas esas cosas que las personas ven como “lo bueno” de la vida. Lo cierto es que de un día para otro el mundo se me dio vuelta: terminé con mi novio. Y entré en un torbellino de caos… Me gastaba la plata en joda, en ropa, en alcohol. Tenía 22 años y gozaba de una libertad que me desbordaba. Pero no era feliz, estaba vacía.

No sé en qué momento mi cabeza hizo un clic. No quería perder tiempo de mi vida en estupideces, en cosas sin sentido. Recuperé un poco la chispa soñadora y el espíritu libre que me caracterizaba cuando era más chica, y empecé a ahorrar plata con un único fin: viajar. “Agarrá viaje, andate, no importa lo que pase a la vuelta”, me decía una y otra vez. Y así hice, me fui sola por primera vez a Europa. Crucé el charco dejando atrás miedos y prejuicios. Y estando allá entendí una vez más por qué quería y tenía que seguir viajando: paz. Más que libertad, más que independencia, más que un desafío, viajar me daba paz. El tiempo pasaba lento, yo lo controlaba a él, no él a mí. Respiraba el presente puro, sólo importaba estar ahí y sentir eso. A veces incluso me olvidaba de comer, estaba tan ensimismada en lo que estaba viviendo, que todo lo que sucedía a mi alrededor era secundario. Viajar me curó el alma. Y una vez que empecé, no pude parar, fue como una droga.



Vista de la Cordillera de los Andes (yendo de Córdoba a Santiago de Chile)

¿Y por qué empezar con este proyecto? Porque pienso que detrás de muchos que leen esto hay miedo. Miedo de moverse, miedo de ir para adelante, miedo de seguir sus sueños. Muchos piensan que viajar es caro, que viajar es sólo para los que tienen “suerte”, para los que nacen en cuna de oro y “se le dan las oportunidades solas”. Y no, no es así! La suerte no existe, este tipo de cosas se dan sólo si nos movemos nosotros, no dependen de un destino divino ni de un número de lotería. Las oportunidades nos las damos nosotros mismos, nadie más nos va a traer en bandeja la respuesta a nuestros sueños.

Por medio de este blog, más allá de inspirarte a viajar, la idea es compartir información, datos, ayudarte en tu próximo itinerario, darte consejos, resolver tus dudas, armar tu valija y tu check list para que no se te pase nada por alto. Agarrá viaje, contános tu experiencia, compartí los mejores momentos y también los peores, sumate a esta comunidad e inspirá a otros. Las oportunidades están al alcance de nuestra mano, sólo tenemos que hacer el gesto de agarrarlas.